La evolución experimentada en el sector eléctrico en los últimos años plantea nuevas posibilidades para avanzar hacia un futuro más respetuoso con el medio ambiente. Es el caso de la generación distribuida o descentralizada, un nuevo modelo alternativo al que plantea el sistema eléctrico convencional y que acerca la generación de electricidad al consumidor.

¿En qué consiste la generación distribuida?

Mientras que en el sistema eléctrico convencional la producción se concentra en grandes centrales térmicas, hidroeléctricas o nucleares donde la energía se convierte en electricidad y es distribuida a su destino, en la generación distribuida se reparte en pequeñas fuentes de generación (microgeneración) que se instalan cerca de los puntos de consumo.

En la introducción y adopción de este nuevo modelo, que cada vez va ganando más adeptos, han tenido mucho que ver las energías renovables. Y es que la versatilidad que ofrecen a la hora de su instalación -además de otras ventajas-, abren nuevas posibilidades frente a los grandes centros de producción y los condicionantes que deben cumplir para su construcción a nivel de infraestructuras, aspectos ambientales, sociales o económicos. De hecho, en la complementariedad de ambos modelos puede estar la base del desarrollo de los futuros sistemas eléctricos.

¿Qué beneficios aporta la generación distribuida?

La generación de energía distribuida presenta grandes ventajas tanto para empresas como comunidades de vecinos, polígonos industriales, zonas rurales, edificios o elementos públicos, e implica el uso de energías renovables. Supone una mejora ambiental y energética con la que, además, se contribuye a reducir las emisiones de CO2 y a allanar el camino hacia la descarbonización.

  1. Mayor eficiencia, al diversificar los centros de producción y disminuir las pérdidas de energía durante el transporte al estar más cerca del consumidor final.
  2. Mejora ambiental, al utilizar energías renovables por ser más adecuadas para ubicarse cerca de los puntos de consumo.
  3. Menor dependencia de las grandes centrales de producción.
  4. Ahorro económico, gracias al autoconsumo.
  5. Menor dependencia energética, al producir energía local que no está sometida a condicionantes externos.
  6. Mayor desarrollo social, gracias a la generación empleo local e inversión.
  7. Mayor resistencia y estabilidad de la red, al contar con más puntos de producción (microgeneración) repartidos por el territorio y que el fallo de una de la fuentes no suponga un problema grave para el sistema eléctrico.
  8. Mayores posibilidades de optimizar la demanda en horas punta.
  9. Mejora el servicio, tanto en zonas rurales alejadas de la red eléctrica como en áreas urbanas donde la red está sobresaturada.
  10. Potencias reducidas. Las unidades de microgeneración suelen tener potencias inferiores a 3 kW y, en general, no sobrepasan los 10 kW de potencia instalada.
  11. Reduce la dependencia de combustibles fósiles, disminuyendo la volatilidad de los precios de la energía y la dependencia de otros países.

Tipos de generación distribuida

Existen numerosos tipos de energía distribuida que pueden utilizarse para generar electricidad de proximidad, es decir, cerca del punto de consumo en edificios, hogares empresas o infraestructuras públicas. Posibilitan la cooperación con los grandes centros de producción de energía, combinando el autoabastecimiento con la recepción y la entrega de energía a la red, gracias a instalaciones más pequeñas, pero eficientes que no requieren de las fuertes inversiones de las grandes centrales.

  • Energía solar distribuida: implica la instalación de paneles solares fotovoltaicos en espacios abiertos.
  • Energía eólica distribuida: supone la instalación de pequeñas turbinas eólicas.
  • Cogeneración: conlleva la instalación de pequeñas centrales de cogeneración para la producción conjuntan de electricidad y calor.
  • Biocombustibles: comprende la utilización de combustibles sostenibles (de primera, segunda y tercera generación).
  • Micro hidroeléctrica: implica la instalación de turbinas hidroeléctricas en ríos y arroyos, fundamentalmente, en zonas rurales o remotas.

En definitiva, el modelo energético está evolucionando y pasando de un modelo piramidal y unidireccional hacia un nuevo modelo orgánico y bidireccional, en la que la generación centralizada compartirá protagonismo con la distribuida, y donde los consumidores finales gestionarán su propia producción y consumo de energía.

En España, la normativa actual contempla incentivos fiscales, subsidios, subvenciones o programas de financiación de los que se pueden beneficiar tanto empresas como particulares que estén interesados en instalar sistemas de generación distribuida que utilicen energías renovables y que contribuyan a impulsar un modelo sostenible y descentralizado.

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Imagen del proyecto de autoconsumo fotovoltaico realizado por Ares PMO para Segundo Vena, en Gijón con 35 kWp.

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